miércoles, junio 22, 2005

Enfermera sucia, digo... suiza

No me agradan mucho las fechas que requieren intercambio de regalos, no en el sentido material de dar y recibir por medio de objetos.

En general he recibido presentes de infinidad de personas, muchas que ni siquiera son amigos, y por lo tanto los "regalitos" están más bien pensados para atraer mi atención o crear algún tipo de precedente para en un futuro pedirme favores o inclinar decisiones.

Patético.

En cambio, de mis seres amados recibo obsequios grandes, pequeños, económicos o costosos con la misma emoción que un niño en día de reyes, y lo que más admiro de ellos es la creatividad...



Después de la comida y los festejos, justo cuando el día del padre llegaba a su fin, llegó la nana para acompañar a mis hijos a sus camas y de ahí robarle sueños a la noche.

Entré a mi estudio y puse algo de música, busqué un libro y me dediqué a ejercitar el cerebro.

Tiempo después escuché pasos y la voz de mi esposa diciendo —Se ve muy mal señor, necesita atención inmediata.

Me tomó de la mano y me llevó a nuestras habitaciones, donde fui el mejor de los pacientes.

Un regalo creativo, bonito y personalizado.

Qué?... a ti no te regalaron nada?

Pobrecito.

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