Alexa

Hoy vino a verme.

Recordé lo mucho que la extrañé, todo lo que pensé en ella y todo aquel tiempo perdido.
Yo era feliz y un buen día me dejó para irse con otro, alguien que la trató justo como se merecía, como yo nunca lo hubiera hecho. Sufrió penas y privaciones cuando yo le ofrecí todo. Absolutamente todo lo que pudiera necesitar y mucho, mucho más. Finalmente la olvidé y le deseé lo mejor. Pensar en ella ya no producía dolor, ni siquiera tristeza, así llegó el olvido.

Decidido a dejar todo atrás, rehice mi vida y sin esperarlo volví a ser feliz, más de lo que nunca había imaginado.

Así, después de tantos años, hoy vino a verme. Ante mi la sombra de lo que fue, ahora sólo un espectro, una caricatura.

Pidió perdón y me explicó las mil razones de su proceder, habló de lo equivocada que estuvo y de lo mucho que aún me extraña. No me burlé, busqué en mi interior mas no pude hallar nada. Ni odio ni amor, mucho menos tristeza, tal vez sólo un poco de compasión o lástima.

Intentando no tomar ventaja sólo acerté a decirle... Se concedió tu deseo. Justo lo que pediste. Lo que tanto anhelabas.

Resultaba innecesario perdonar su proceder. De hecho, lo adecuado hubiera sido darle las gracias, pues fue en su ausencia que pude construir todo lo que ahora tengo, todo lo que ella despreció. Todo lo que ahora le hace tanta falta.

Desconozco lo que ella esperaba, no mucho supongo. Cuando me dejó se llevó todo sin el menor pudor. No dejó nada, y justo eso es lo que hoy se llevó.

Nos despedimos mientras me entregaba una tarjeta con sus datos, mismos que puse en un cajón.

Ahí guardo las cosas viejas. Las que nunca más se volverán a usar.

Cada año las tiro.