Historias de cama
Llegué hasta la cama y ahí estaba; entonces la miré como hago cada noche.
Acto seguido la tomé con suavidad y procedí a levantarla un poco, la acomodé lentamente para después apretarla con mis manos.
Un poco por aquí, otro poco por allá. Siempre calculado, nunca al azar.
Finalmente apagué la luz, me acomodé sobre ella y cerré los ojos.
Así es el ritual nocturno, solo yo y mi almohada.
Etiquetas: Mi diario
1 Comments:
este comentario me recordo, el mismo que alguna vez lei en su diario.....
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